martes, 29 de enero de 2019

El Inti Raymi Cañari

El Inti Raymi, (fiesta del sol) celebración en el mundo andino para agradecer a la Paccha Mama o “madre tierra” por la riqueza de la producción y la cosecha, merece especial lugar dentro del calendario de fiestas populares del Ecuador, porque a pesar del pasar de los años, se ha preservado de generación en generación, como parte de la sabiduría astronómica, del dominio de la agricultura y su fuerte relación con la tierra y los procesos climáticos.

El Inti Raymi Cañari, similar, pero con variaciones a aquellos vividos en otros lugares de nuestra geografía nacional como el Chimborazo, Tungurahua o Imbabura, tiene su especial significación para los Cañaris, puesto que se halla ligado a una fuerte ritualidad de ofrendar a “Pachacama” y a la Paccha Mama el agradecimiento en reciprocidad, porque se cree que si no se agradece, podrían perderse las cosechas de los próximos años.



En el Complejo Arqueológico de Ingapirca, desde el año de 1989, el rito ha ganado adeptos e inicia a media noche entre el viernes y sàbado, con la apropiación simbólica del río Silante, donde se inicia con la ceremonia de purificación con el agua, para solicitar permiso a Paccha Mama para celebrar la “Fiesta del Sol”; en tanto que en Cañar, los curanderos y la comunidad ascienden a la cima del cerro Narrìo, antiguo cementerio ceremonial Cañari, para, al igual que en Ingapirca, dar inicio a la ceremonia de agradecimiento en la que se dispone en el suelo los frutos y las flores en forma de la “Chacana” o cruz del sur, principal símbolo de los Cañaris, que conecta con los cuatro elementos de la vida como el sol, agua, aire y la tierra, para el acto de gratitud. Los chamanes como “Mama Michi Chuma”, entonan loas a la madre tierra y al padre sol para pedirles por la paz mundial y el equilibrio de la humanidad en el ecosistema.

El festejo se condensa con el sonar de la bocina, que indica a la comunidad y a los visitantes que concluye el rito y comienza la festividad: danza y música, se convierten en expresiones de movimiento y sonido, como “ofrecimiento” a la madre tierra. En dos o tres días consecutivos concurren agrupaciones de los establecimientos educativos, comunidades endógenas, exógenas, etc, para recrear lo mejor de su música y danza. Es la celebración de la armonía, la fraternidad, el compartir y de la gratitud.

Las comunidades que conforman la nacionalidad Cañari, juegan un rol preponderante en la producción del festejo; a las instituciones públicas, autónomas y privadas, en cambio; les corresponde un trabajo en programas educativos, registro, sensibilización, difusión, auspicio e información, dirigidos al público y en especial a los jóvenes y niños de las comunas, para asegurar el traspaso inter-generacional. Un factor clave, ha de ser siempre la autenticidad en los rituales festivos y sus modos de expresión, por eso, ciertos códigos y símbolos, actúan como hilos conductores imprescindibles, porque el modo de festejar el Inti Raymi, es cambiante con el pasar de los años. Sólo las filosofías conservadoras asumen que el patrimonio intangible, como la fiesta, es estático. Hoy por hoy, se reconoce que su dinamia y evolución, son parte de su autenticidad.



Se afirma también que: “las expresiones culturales vivas, tienen un valor principal que no radica en la excepcionalidad, sino en ser representativas de la identidad cultural de una comunidad”. Entonces, la fiesta de la cosecha, es muy válida, sin importar el lugar en el que se festeje; en Cañar, es trascendental el Inti Raymi, tanto en el sitio arqueológico de Ingapirca, organizado por la administración del Complejo Arqueológico; cuanto, en Narrío y centro de la ciudad de Cañar, bajo el auspicio del GAD Intercultural de Cañar, porque ambos festejos generan gran cohesión social, congregando a comunidades, a citadinos locales, a turistas nacionales y extranjeros que viven una experiencia muy enriquecedora.

Siendo la interculturalidad, el acercamiento y relación entre culturas diversas con su valoración y aceptación de sus identidades culturales, aquella se materializa en los festejos del Inti Raymi y ocurre en diversos tiempos y espacios, para convertirse en museo abierto, donde se decodifica la riqueza antropológica Cañari.

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